CDM. (Especial para la revista FUTURO).- Quienes pudieron seguir de cerca el debate en turno a la iniciativa de “ampliar” la permanencia en las calles del Ejército mexicano, podrán advertir que hubo diferentes lecturas, pero al menos tres las principales: el fracaso de la Guardia Nacional, la estrategia de AMLO para deslindarse luego del 2024 y, sobre todo, darle todo el poder a los militares para “encaminar a México rumbo a Nicaragua”, según denunciaron.
Medios nacionales se apresuraron a decir que el apoyo al Ejército los unificó. Y es que nueve de 13 Senadores del PRI se sumaron a la mayoría de Morena, junto con dos perredistas más, para aprobar la reforma constitucional que extiende la presencia castrense en las calles hasta el 2028.
La polémica iniciativa presidencial transitó con 87 votos en favor y 40 en contra provenientes de las bancadas del PAN, MC y Grupo Plural, que votaron sin fisuras.
El coordinador de la bancada priista, Miguel Ángel Osorio Chong, la guerrerense Claudia Ruiz Massieu y Beatriz Paredes Rangel fueron los tres Senadores del PRI que votaron en contra de la misma.
Por el PRD, el tabasqueño Juan Manuel Fócil también se opuso. En vísperas de la votación, Morena lanzó un anzuelo de un anexo con ajustes que la Oposición había reclamado: entre otros, un fondo permanente de apoyo para el fortalecimiento de las policías locales que podrá ser usado en el 2023 y no hasta el 2024, como se había propuesto en el dictamen original.
Además, el Ejecutivo deberá presentar un informe semestral con indicadores para evaluar sus resultados. Se determinó integrar una comisión bicameral que podrá convocar a los titulares de Gobernación, Defensa, Seguridad Pública y Marina.
También se precisó que el Presidente podrá disponer de la Fuerzas Amadas en tareas de seguridad pública conforme a los términos planteados por la Suprema Corte: de forma extraordinaria y regulada, para que cumpla con el estricto orden jurídico previsto en la Constitución.
Pero, en el fondo, la esencia de la iniciativa aprobada no cambió. El debate inició ríspido y subido de tono. Con insultos y ofensas de por medio, el debate fue rudo.
La panista Lilly Téllez enardeció a las morenistas después de advertir que votarían «no como perros por sus croquetas», sino como «hienas a la espera de las sobras apestosas que les aviente el Presidente».
La morenista Lucía Trasviña dejó su escaño para encarar a la panista en tribuna: «¡Yo no soy hiena! ¡Respéteme!», le exigió cara a cara.«Eres una corrupta», reviró Téllez en una escena inédita en el recinto parlamentario. Fue necesario que la Senadora morenista Citlalli Hernández se acercara para retirar a Trasviña.
Rocío Abreu también cargó contra la panista, a la que acusó de ser «una mujer de ligerezas» y de haberse «acostado con medio TV Azteca». El nivel lo repuso la priista Claudia Ruiz Massieu, quien sustentó su voto en contra con un discurso que fue reconocido por muchos en el Pleno.
A punto del llanto, la Senadora tricolor evocó a su padre, José Francisco Ruiz Massieu, asesinado a unas cuantas cuadras de la sede parlamentaria en septiembre de 1994, quien dijo le había inculcado la congruencia pública y privada. Protagónico, el morenista Félix Salgado Macedonio atribuyó el asesinato del ex Gobernador guerrerense a un «crimen de Estado» orquestado por Carlos Salinas de Gortari, tío de la legisladora.
Ruiz Massieu le replicó severa: «Le respeto su punto de vista pero no le permito que mencione a mi familia sin fundamento».
En tribuna, el Senador panista Julen Rementería afirmó que hubo votos que se desprendieron «de amenazas, presiones, cooptaciones y ofrecimientos de toda índole, desde lo político hasta lo económico.
«El Gobierno ofreciendo dinero a cambio de votos, con ofrecimientos indignos», aseguró.
Habría que agregar las decididas intervenciones de Gustavo Madero, Xóchitl Gálvez, que requieren mención aparte.
Durante casi ocho horas, blanquiazules y emecistas, insistieron en ese punto, advirtieron del peligro de que se repitan hechos como la masacre del 68 o la desaparición de los nomalistas de Ayotzinapa y sostuvieron que nada garantiza que se cumplan las nuevas disposiciones incluídas en el Artículo quinto transitorio, entre ellas que los titulares de las secretarías de la Defensa Nacional, de Marina, de Seguridad Pública y de Gobernación, deban rendir informes semestrales ante la Comisión Bicameral del Congreso, la que podrá citarlos a comparecer.
Al fijar la posición de Morena, el senador Ricardo Monreal aseguró que esta propuesta era un triunfo histórico para el Congreso, pues tendrá facultades de control sobre las Fuerzas Armadas en tareas de seguridad; “ahora tenemos una estrategia bien redactada y un órgano de control parlamentario”.
El morenista rechazó las insinuaciones sobre presiones y amenazas para votar a favor de la reforma.
“Nos deslindamos totalmente de todo tipo de conductas que, por el protagonismo estéril y perverso, pretenden atribuirle a nuestro movimiento”, dijo el senador durante el debate en el Pleno del Senado.
Se insitió en que en lugar de hablar de “militarización” , debería hablarse de “desmilitarización” del ejército en las calles, pues ya tiene cerca de 27 años su presencia, y dotar a los municipios y estados de mayor presupuesto, capacitación y, sobre todo, inteligencia con equipo, infraestructura y armas de mahor nivel, a la vez que se denunció que desde el 2019 el gobierno federal freno el apoyo a los municipios.