Elecciones entre abstencionismo y narco

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 Por: Lilia Arellano

“La gobernabilidad del país no puede depender de grupos a los que el país no les importa”: Fernando Savater

  • Elecciones entre abstencionismo y narco
    ● Transformación: de cleptocracia a kakistocracia
    ● En 2022, habrá otros 2.5 millones más de pobres

 

México no puede quedar atrapado en una administración cuya transformación pasó de una cleptocracia con Enrique Peña Nieto, totalmente impune por los acuerdos alcanzados con el presidente López Obrador, a una gestión calificada ya como “kakistocracia” o el gobierno de los peores, con acuerdos con las organizaciones criminales quienes operan electoralmente a favor de los candidatos de Morena a cambio de cancelar las persecuciones y órdenes de aprehensión con fines de extradición para los principales capos operando en territorio mexicano.

A México le urge contar con un proyecto de nación cuyo contenido no sólo tenga programas para atender las crisis resentida actualmente: falta de crecimiento económico y aumento de la pobreza; violencia extrema, ejecuciones, masacres y desapariciones cotidianas; y falta de planes básicos para atender la salud de la población y su desarrollo social, con mejores empleos y programas de educación y seguridad, sino dirigida también a atender las necesidades de la población surgidas en las próximas décadas.

Con el régimen de la autodenominada Cuarta Transformación, México perdió el rumbo y no cuenta con una ruta definida para alcanzar su potencial de desarrollo. Tanto el gobierno federal, ocupado sólo en la concentración de poder, llevando al triunfo a sus candidatos a cargos de elección popular, como los abanderados de las coaliciones de oposición, no han presentado propuestas para sacar al país de su actual estancamiento en prácticamente todos los órdenes.

Esto alimenta la apatía de la población cuya gran mayoría no acude a las urnas al no contar con alternativas realistas y serias para sus comunidades y esto provoca no sólo un alto abstencionismo, sino se ganen los cargos de elección popular con el mínimo respaldo de los ciudadanos, como ocurrió en los recientes comicios en seis entidades de la República y en las elecciones federales y locales del 2020.

Los compromisos de los candidatos de los distintos partidos políticos, incluidos no sólo los de oposición sino también de Morena y sus aliados, no se deben quedar solo en el terreno electoral inmediato sino deben abarcar lo legislativo y alcanzar los programas de gobierno de los nuevas administraciones estatales y el nacional para el periodo 2024-2030. A la fecha no hay nada en ese sentido más allá de la amenaza de continuar con la inepta administración actual de la 4T, a través de Claudia Sheinbaum, Marcelo Ebrard o Adán Augusto López. A quienes desde ahora y sabedores de su mala conducción durante el tiempo en el cual se han desempeñado en diferentes cargos tal parece nos empeñamos en aceptarlos como posibles presidentes.

Los mexicanos requieren y demandan mejores condiciones de vida, mejores servicios de salud y de educación; de mayores oportunidades para el desarrollo pleno de las capacidades individuales y colectivas; de la generación de las condiciones para contar con más empleos, con puestos con mayor ingreso y con las prestaciones requeridas; se requiere una política de estado que garantice un verdadero Estado de derecho, sin impunidad ni corrupción, sin violencia y en libertad, con cuerpos policiales profesionales y civiles. Una política alejada de los “abrazos no balazos”, es decir, del “dejar hacer, dejar pasar” las actividades criminales, de apapachar a sus capos más visibles y garantizar su bienestar, y en donde, por el contrario, establezca acciones eficaces para doblegar y someter al crimen organizado, se obligue a respetar los derechos humanos y a estimular el desarrollo de un sistema de justicia pertinente.

PARA MAYOR VERGUENZA

Los niveles de abstencionismo registrados el domingo pasado deben alertar a todos los mexicanos pues permiten el establecimiento de autoridades en los tres niveles de gobierno con cada vez menos respaldo ciudadano, promediándolos con menos del 50 por ciento de participación de acuerdo con los padrones electorales vigentes. Según la información de los conteos rápidos, en la elección para definir nuevo gobernador de Quintana Roo no acudió a las urnas el 63 por ciento de los votantes. Es decir María Elena Hermelinda Lezama, se convirtió en gobernadora con el respaldo de menos de una cuarta parte de la ciudadanía quintanarroense. Lo mismo sucede en las otras entidades: en Oaxaca, se registró un abstencionismo del 62%. Así, Salomón Jara será el nuevo mandatario oaxaqueño con el rechazo de las tres cuartas partes del electorado a pesar no haber disputándose el cargo con algún rival de peso. Registraron 7 candidatos cuando la plaza ya estaba entregada a López Obrador a través de un acuerdo inocultable con Alejandro Murat.

En Tamaulipas, con una abstención del 47%, Américo Villarreal en caso de ser confirmado su triunfo, llegará al palacio estatal también con mucho menos del 20% de apoyo ciudadano. Se recuerda la diferencia de sufragios entre el morenista y César Augusto Verástegui, de la alianza Va Por México es de apenas 5 puntos, por lo tanto disminuye considerablemente el número de quienes votaron en favor de quien, además, tiene mala fama desde antes de ocupar la silla de gobierno. El mandatario saliente Franciso Javier Cabeza de Vaca, sigue en riesgo de pasar los próximos años en la cárcel al perder el fuero y se tiene presente lo publicado en estas líneas: las determinaciones de la SCJN se están politizando cuando, su obligación, es la vigilancia en el cumplimiento de la Carta Magna no ajustarse a los calendarios electorales. La declaración del triunfador dependerá de la atención prestada a las denuncias sobre la intervención de la delincuencia organizada en los comicios y de la relación existente entre el abanderado morenista y los jerarcas de la mafia, así como las pruebas de la compra de votos y de la coacción ejercida en zonas muy identificadas.

En Durango ocurre lo mismo. Aunque la entidad fue mantenida por la coalición Va por México, no acudió a las urnas el 50% del electorado. Así, Alejandro Villegas se convertirá en el próximo gobernador sólo con el apoyo de una cuarta parte del electorado.Con tan raquítico apoyo es difícil iniciar un mandato y más aún cuando se pertenece a una ubicación geográfica de primera necesidad para las organizaciones delictivas como lo es el Triángulo Dorado. En Hidalgo, la plaza se rindió al partido del presidente desde hace mucho. La población lo percibió y más del 53% del electorado decidió no acudir a las urnas. De esta forma, el morenista Julio Menchaca será otro mandatario con un debilucho poder, necesitado de realizar alianzas con los grupos dominantes en la entidad.

Aguascalientes, puso de nuevo al PAN como el único partido de oposición al cual no le han arrebatado ninguna de las gubernaturas alcanzadas en el pasado, ni siquiera, como en el caso de Chihuahua, teniendo al enemigo en sus filas, como sucedió con acciones y actitudes de Javier Corral. Acción Nacional logró retener la gubernatura, aunque el abstencionismo alcanzó el 54% del electorado. Así, María Teresa Jiménez marcará el inicio de un mandato con una fémina, la primera, a la cabeza.

La jornada electoral del domingo fue marcada por una participación ciudadana apenas sí la mitad del padrón electoral. La presunción de estar situados como la primera fuerza política del país, no debiera existir porque son, sin lugar a ninguna duda, los del establecimiento de gobiernos de minoría. Es indigna la festividad realizada por los “ganadores”, el no haber logrado despertar el ánimo de los electores, la raquítica suma de sufragios, los discursos cargados de demagogia ¿de que los hace ganadores? Se revela la contratación de “expertos” en elecciones, de conocedores de la comunicación, de los hacedores de imagen, de sabiondos promotores, de coordinadores de campaña representativos y… ¿Todo ese equipo para conseguir saliera a votar mucho menos de la mitad de ciudadanos empadronados? ¿A esos también los van a seguir llamado profesionales de gran expertis? En lugar de festejar, deberían llorar, sus gobiernos se pasarán como tres minutos, pero bajo el agua. Es imposible pretender se acepten sus decisiones cuando más de las dos terceras partes de ciudadanos están en su contra.

DATOS DUROS DEL PASADO RECIENTE

Esta tendencia se observa desde los comicios federales del año pasado y los locales en 15 entidades de la República. Aunque la participación a nivel federal fue celebrada por las autoridades pues superó los 47 millones 227 mil votos, es decir una participación de 51.57 por ciento, la abstención registró un 47.33 por ciento.

En los procesos de 2020 a nivel estatal, Baja California registró un abstencionismo de 61%; Baja California Sur de 50%; Campeche de 47%; Chihuahua de 53%; Colima de 46.58%; Guerrero de 45%; Michoacán de 48%; Nayarit de 47%; Nuevo León de 49%; Guerrero de 47%; San Luis Potosí de 41%; Sinaloa de 51%; Sonora de 57%; Tlaxcala de 44%; Zacatecas de 43%; Yucatán de 47%; Durango de 48%; y Guanajuato de 47%. Es decir, que en términos generales, la mitad de la población en edad de votar no acude a las urnas al carecer de proyectos de gobierno viables que puedan entusiasmarle.

.Estados como Quintana Roo, Oaxaca y Tamaulipas, decidieron cambiar de partido en la gubernatura, los ciudadanos, actualmente, resienten la violencia no atendida por el gobierno del presidente López Obrador y los mandatarios locales. La narcopolítica cobra fuerza y se impone al sistema tradicional, designa candidatos y controla la jornada de votación como se atestiguó en las elecciones pasadas. El Estado pierde cada vez más territorio frente a la delincuencia.

Partidos y candidatos se han visto impotentes para vencer el abstencionismo, el cual, en los últimos procesos superó el 50 por ciento en la mayoría de las entidades del país. En la mentada consulta por la revocación de mandato de AMLO los niveles de participación fueron de 16% y el abstencionismo del 84%, una muestra clara del hartazgo de los votantes por el sistema y su costosa partidocracia.

Los principales partidos de oposición: PAN, PRI y PRD están prácticamente desdibujados de la escena pública desde la elección presidencial de 2018. En el 2021, la alianza “Va por México” perdió 11 de las 15 gubernaturas en disputa y registró la más baja votación en una elección intermedia. El PAN sólo ganó Chihuahua y Querétaro, donde fue solo. En la Cámara de Diputados impidieron consiguiera Morena la mayoría calificada y eso les dio base para pretender ser una competencia real para Morena pero, todo quedó en el discurso demagógico.