Señor Presidente, ya no hay confianza

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Por: FRANCISCO RODRÍGUEZ

 La confianza, esa rara avis, ave extraña, desconocida, decían los latinos, ya no existe en México. Cuando la confianza se va, es muy difícil de encontrar, pues no se compra con ningún dinero. Ella es la base del crédito interno y exterior, el fundamento de la credibilidad y la plataforma indispensable de la gobernabilidad nacional requerida.

La confianza, esa extraña ave que da vida al país, se perdió en los primeros meses de esta pesadilla llamada gobierno. Está extraviada, no se encuentra por ningún lado, en ningún sector, en ningún espacio territorial de nuestra geografía. Voló para quizá no volver en lo que resta del periodo fallido del modito Tepetitán de gobernar.

La confianza en el actual régimen empezó a hacer agua, a dar señales de fatiga terminal, cuando el pueblo llegó a la conclusión de que había un Pacto de Inmunidad, complicidad e impunidad en favor de los grandes delincuentes de la Nación, tipo Peña Nieto, Videgaray, Romero Deschamps y un laaargo etcétera.

Cuando la ciudadanía observó, impávida y descontrolada, que la justicia común también campeaba ancha y ajena haciendo vacío al reclamo de la seguridad jurídica, en contra de los intereses superiores de la patria, en contra del supremo bien de la República.

No hay confianza, porque las ayudas sociales no llegan a su destino

La confianza se convirtió en el otro jinete del apocalipsis, junto al hambre, la peste, la guerra y la muerte, cuando la población, gracias a una filtración de los altos mandos del Ejército tachados de incompetentes y cobardes, dieron a conocer en legítima defensa que la aprehensión de Ovidio Guzmán, hijo de El Chapo, ponía en riesgo la integridad de algunos de ellos.

Se reveló que la detención en flagrancia se había frustrado porque el malandrín exhibió la posesión de vídeos reveladores del chantaje y el soborno económico a miembros muy cercanos de la familia de próceres de la Cuarta Corrupción, todos incluidos, por acción y omisión inexcusable.‎ El dinero recibido por los empoderados de Palacio los inhabilitaba para cualquier valentonada.

Pero ese fue el colmo. Antes, la confianza había dejado de cobijar a las buenas voluntades de la población vulnerable, el pueblo sabio, al constatar que las ayudas sociales no llegaban a sus bolsillos, por ser parte de la merma que aparece siempre que el arca está abierta. Y los epónimos miembros del gabinete de bienestar son de carne y hueso, usted sabe.

Fracaso del modelo samaritano de control electoral de la necesidad

La confianza se erosiono en grado sumo cuando la población se dio cuenta de que no había límite para la demagogia y el engaño, que no había fronteras para los ridículos y los simulacros, que ya no había razón para la supervivencia de la administración, ni para ellos, los más pobres.

El fracaso del modelo samaritano del control electoral de la necesidad y de la supervivencia hizo presa fácil de la esperanza. Los retintines de güeva de las mañaneras no alcanzaron a suplantar las acciones de gobierno de a deveras, pues los programas sociales habían sido un éxito bajo los mandatos de otros partidos menos auto elogiados.

La confianza se extravío cuando todos constataron que no hay un gobierno en el mundo tan incompetente que, so pretexto de luchar contra la pobreza, extermine el empleo, los estándares de salud, de seguridad pública, social y nacional, y de alimentación elemental, como lo está haciendo el gobiernito de cuarta desde que empezó su reinado.

 

El FMI dio la voz de alarma de que había locura en Palacio Nacional

Cuando la población se dio cuenta de que la Cuarta Corrupción luchaba a brazo partido contra la inversión, contra la industria de la construcción, contra las factorías manufactureras y contra todo aquél que traiga dinero, como si el dinero fuera el gran enemigo para vencer, también se perdió la confianza.

Cuando todos nos dimos cuenta de que, de lo que se trataba era de venezolanizar al país y convertir a todos de la noche a la mañana en absolutamente pobres. Pobres sacramentales, de necesidad. Cuando supimos por boca del “caudillo” que el objetivo superior de la aventura morenista era un gobierno miserable con pueblo pobre. Era la Diana del despotismo, la insignia de la Dictadura de petate.

Al destrozar los niveles mínimos de confianza, el gobiernito no puede sostenerse en casi nada, y esto es precisamente lo que alarma dentro y fuera de nuestras fronteras, frente a vecinos, socios o adversarios. El Fondo Monetario Internacional dio, junto con las grandes calificadoras, la voz de alarma de que había locura en Palacio.

Pero los mensajeros del rey desnudo seguían sosteniendo ante los imperios que la diferencia era algo mayor, pues tenían el apoyo absoluto de las Fuerzas Armadas, una rara avis, decían, entre países de nuestro grado de demencia relativa. Sin embargo, los de la cúpula financiera observaban otros datos, muy distintos a las zarandajas que iban a ofrecerles.

En el Ejército parecen monos de feria, en medio de carpas dantescas

En efecto, que la confianza se había perdido también en las estructuras de soporte militar, desde que la invención de ese estado mayor particular que fue la Guardia Nacional succionó todos los activos, pertrechos, armas, vehículos, mandos de tropa y de dirección, en función de agigantar un fantasmón que no servía para maldita la cosa, sólo para exacerbar los ánimos de los fieles verdes.

El aire frío que sienten los militares que, desconfiados de la palabra vana del palaciego “caudillo”, piensan que no pueden estar tranquilos los héroes de Ayotzinapa, Tlatlaya, Tanhuato, Apatzingán, Reynosa, Tepic y de todos los desaguisados, mientras no adviertan la seriedad del apoyo institucional en todos ellos.

Los mandos del nuevo Ejército, que se suma a los otros tres del trasiego, pasan las de Caín, tragan gordo, pelean con la lengua en las “mañaneras” los datos en línea de las tragedias y de los fracasos más que sabidos. No parecen ni son, no hay prestancia de ideas ni gallardía, parecen monos de feria, en medio de carpas dantescas.

La confianza de la población hoy se ubica dos dígitos abajo de cero

Y aunque el “caudillo”, disponiendo de sus facultades omnímodas, repartió entre los entorchados todo género de facultades anticonstitucionales al margen de sus labores militares, y regó demasiado dinero para conseguir su lealtad, ésa no existe, pues no se puede dar lo que no se tiene, y la oficialidad está consciente de que la tropa está desmoralizada, que se siente burlada. Es la realidad, no la especulación; otra vez no hay más cera que la que arde.

La confianza de la población en este momento y para muchos años se ubica, igual que el crecimiento económico, la lealtad militar, los stocks de granos alimentarios, el nivel de las exportaciones de productos manufacturados, en un nivel de dos dígitos abajo de cero, y tiende a seguir para abajo, igual que todos los indicadores que hacen la suma de una Nación.

Prescindir del ejército y de alimentos, pero de la confianza jamás: Mao

Pero para el regimencito de la Cuarta Corrupción, la confianza es algo desechable, por eso se ha dedicado durante dos años a destruirla a garrotazos de ciego, en todas las regiones, en todos los sectores, en todas las clases, rubros y renglones. Es el escenario público.

Un ícono de la izquierda universal, Mao Tse Tung llegó a decir: puedo prescindir de los ejércitos y de los alimentos, pero de la confianza, jamás.

¿Lo sabrán estos inútiles?

Usted ¿qué cree?

 

 

Índice Flamígero: Y sí, es cierto, hay locura en Palacio Nacional, pues cree que, efectivamente, es uno de los líderes (sic) mejor posicionados del mundo mundial. El líder de la India tiene una aprobación aún mayor que la de AMLO. Pero llama la atención que en países azotados terriblemente por el virus y con gran parte de su sociedad llena de pobreza, ignorancia y resentimiento sea donde más aprueban a sus dirigentes políticos.