Villa García, Zacatecas. (ESPECIAL).- Bien pocos saben que en este lugar tuvo lugar la que consideran “segunda manifestación” de la aparición de la Santísima Virgen de Guadalupe, luego de los sucesos del Tepeyac en 1531 al ahora San Juan Diego, pero ésta fue el 14 de junio de 1715 y que apenas hace algunos años reconociera la Santa Sede tras encontrarse los testimonios en los archivos históricos de la Arquidiócesis de Guadalajara, Jalisco, en México.
También se considera el único hallazgo en el mundo.
Luego de dos días de indagatorias en este lugar, y varias semanas de análisis con entrevistas a los lugareños de mayor edad, FUTURO presenta este trabajo de investigación periodística, tal como lo anticipamos recientemente.
Y fue el profesor José Antonio Heredia Ojeda, hoy el historiador acreditado por la propia sociedad lugareña y de lugares circunvecinos, quien nos confirma el acontecimiento con las precisiones correspondientes, quien accedió a abrir el archivo municipal y la llamada “Casa Grande”, cerrados oficialmente con motivo del coronavirus que afecta a nuestro país y al mundo entero.
Los Hechos:
En aquella fecha arriba citada, tres personajes labraban la tierra en la Puerta del Capulín, conocida ahora como “Presa del Capulín”, distante unos tres kilómetros de este municipio.
Habría que precisar que los primeros asentamientos en Villa García fueron graneros construidos desde 1595 en el lugar mencionado como “Los Planes”, para luego mudarse donde hoy se encuentra la cabecera municipal allá por 1615.
A Villa García se le considera también la cuna del grupo Guachichil, que fue el más importante de la tribu Chichimeca.
Se ha escrito que, tras la llegada de los ibéricos a esta región, tuvo lugar ese acontecimiento inédito, que aglutinó las creencias de la raza española y la autóctona.
El hallazgo de una raíz de encino con la imagen de la Virgen de Guadalupe
Resulta entonces que esos tres personajes que labraban la tierra, de nombre Diego González, su hijo de 12 años Pedro y su yerno, Miguel Chiquito de la Montesa, cuando de pronto el arado se atoró y por más que arriaban a los dos bueyes, no avanzaban.
Ante ello, don Diego González pidió detener los esfuerzos, y vieron que la parte frontal del arado se había atorado sobre una gran raíz de encino; al desenterrarla, le fueron quitando la tierra que la cubría y observaron que una imagen estaba presente…. Y era de la Santísima Virgen María de Guadalupe, que años más tarde le llamaría “Santa María de Guadalupe de Agostadero”.
Nos relata el profesor Heredia Ojeda, como integrante de la crónica municipal de Villa García, Zacatecas, a quien le identifican como historiador socialmente avalado, que tras el hallazgo, mandó don Pedro González a su hijo a su choza para traer un machete, con el cual cortaron la raíz de ese frondoso árbol y dejaron intacta dicha imagen que luego llevarían a un lugar apropiado en ese momento que construyeron exprofeso que le llamaban “Sandocal”, o Casa de Dios en la lengua nativa.
Le llevaron numerosas y hermosas flores que por coincidencia había en los alrededores, cuando trascurridos 10 o 15 años el administrador sorprendido por tantas manifestaciones de fe, quiso cerciorarse de lo que se decía entonces. Su nombre, Antonio García Salinas, fue quien dispuso que dicha imagen fuese trasladada a la Casa Grande para recibir el reconocimiento y el trato merecido.
De todo ello tuvo conocimiento el conde Felipe Cayetano Medina y Sarabia, dueño de la Hacienda, incluyendo lo dicho por su administrador Antonio García Salinas, quien había contado que al ver por primera vez la imagen en aquella modesta casita de los campesinos, se hincó y sintió una sensación extraordinaria que le conmovió corazón y alma.
Al paso del tiempo, por allá por 1610 y 1616, se dispuso que la imagen quedara en un mejor lugar, y se rehabilitó un lugar que se destinaba para granero, lo que es hoy su templo parroquial al que se le agregaron las torres y otros arreglos.
Muchas otras anécdotas fueron contadas por los lugareños y el propio profesor Heredia Ojeda, y que merecen mención aparte, como aquella de que la Virgen Santísima no quería irse del lugar y los sucesos en torno a ello.
De buena madera
Se ha considerado que la figura de madera es la única en México y el mundo, y que es reconocida por la Iglesia católica como hallazgo de la imagen de la Virgen en su advocación guadalupana y que desde hace más tres siglos es venerada por los habitantes de esta región de Zacatecas colindante con los estados de Aguascalientes y Jalisco. Y el 14 de junio de 2015 se cumplieron 300 años de fe.
La imagen mide 53 centímetros de altura y es reverenciada como la Virgen de Guadalupe del Agostadero tal como se menciona líneas arriba.
Y en estos tres siglos, se recuerda a don Aniceto Díaz de León, fundador de la Hacienda de Campo de Agostadero.
El profesor Heredia Ojeda recuerda que en lo civil y en lo eclesiástico el municipio y parroquia pertenecían a Pinos, Zacatecas, sin descartar que en algún tiempo se tuvo cierta referencia con Asientos, Aguascalientes, pues había comunicación frecuente.
Algunos registros adicionales
La similitud de aquella raíz con la Virgen de Guadalupe sorprendió a todos en el lugar, por tal motivo el dueño de la hacienda, el Conde Felipe de Cayetano de Medina y Sarabia, pidió al experto tallerista de aquel entonces, Felipe de Ureña, la revisión de la misma, se indicó.
Y dicho “tallerista” confirmó que la imagen no había sido tallada ni echa por manos humanas y que era algo “sobrenatural y divino”, por lo que el conde inició un proceso ante la Diócesis de México para que certificara su aparición como un milagro.
Nos dice el profesor Heredia Ojeda que fueron varias diligencias las que efectuaron los representantes del rey de España, Felipe II, y de la Diócesis de Guadalajara, a la que pertenecía la parroquia de Pinos, que concluyeron el 10 de octubre de 1748, para que la imagen fuera expuesta para su veneración, culto y milagros, hecho que en su momento confirmara el vicario de la Parroquia de la Virgen de Guadalupe del Agostadero, Néstor Alejandro Rivas Parras.
El único hallazgo en el mundo
A pesar de todo ello, en 1753 las autoridades religiosas realizan un segundo juicio y nuevamente concluyen con la resolución de que era un milagro y se certificó que el de Zacatecas es el único hallazgo en el mundo de la Virgen de Guadalupe, pues la del Tepeyac fueron apariciones y la tenemos viva en nuestra Basílica de la ciudad de México.
Destaca de manera especial la narrativa que nos hace el profesor Heredia Ojeda, de que allá por 1610 y 1610, llegaron al caso de la Hacienda dos viejecitos de más de 80 años de edad, y solicitaron hablar con el administrador don Antonio García Salinas para que les permitiera ver la imagen, y después de mucho esperar, se les concedió pues el propósito era ponerle alguna pintura, y tal sorpresa fue que, luego de que se les asignó el lugar, los dos “viejitos” desaparecieron y preguntaron a los guardias de las dos entradas a la hacienda si los habían visto salir, y le respuesta fue que no, pero la imagen quedó con los mismos colores como está en la Basílica de Guadalupe, sólo que en madera de una raíz de pino.
Considera el investigador que según las creencias se trataba de dos ángeles que llegaron a pintar la imagen de madera, mejor dicho, salida de una raíz encino. Hoy, también se pueden ver algunos vestigios de donde vivieron dichos labriegos.
Después de tantos años, se encontraron los documentos esenciales que narran los hechos en Guadalajara, y con la anuencia del Papa Francisco, el nuncio apostólico en México, Monseñor Christopher Pierre, efectuó en 2015 la coronación pontificia de la imagen de la Guadalupana, una de las únicas dos veneradas en México, pero que hoy por hoy desconocen muchos mexicanos.
Un agradecimiento especial al profesor José Antonio Heredia Ojeda, quien nos brindó la oportunidad de presenciar pinturas y una serie de documentos que acreditan la autenticidad y el desarrollo de este verdadero milagro; conocer la finca de los hechos, especialmente al abrirnos las puertas del Museo-archivo, y de las instalaciones de lo que fue la “Casa Grande” en estos momentos de incertidumbre y oscuridad que vive el mundo y que encuentra en la Santísima Virgen de Guadalupe una luz de esperanza y remanso de paz en todos los corazones afligidos al conducirnos hacia el Resucitado, su hijo Jesús nuestro salvador. (Escribió José I. VELA PÉREZ).