Reflexión
Por Edmundo Mendoza
Hay que morir para vivir, reza un coro religioso cuando se refiere al fin de la existencia material de los humanos sobre la faz de la tierra, en ese imaginario de lograr la salvación eterna, es como la premisa que debe llevar a la conclusión de la felicidad eterna, pero también es una frase que nos invita a entender lo valioso y frágil de nuestra existencia.
A toda la humanidad se nos ha confiado un universo que en su funcionamiento es como una maquinaria, que hemos denominado naturaleza, creada exacta, en perfecto equilibrio, y que en las últimas décadas nuestra presencia en el planeta ha sido el motivo de desequilibrio para varias especies, el clima, el hombre ha abusado de su aparente poderío, la raza humana trastoca ese equilibrio a su paso con cada recurso que le genera algún provecho, con el que puede lucrar, alcanzar poder, someter a los demás, incluso cuando lo único que aporta es diversión.
Esto no solo ha trastocado el perfecto equilibrio de la naturaleza, sino además trae consigo caos económico, moral, ambiental, cultural, ideológico y político entre otros, donde las noticias giran en torno a la violencia, inseguridad, discriminación, donde nos avasalla una ola de falta de sentido común, de honestidad, donde se ha dejado de hablar de frente y con la mirada limpia, donde solo nos preocupamos por nosotros mismos sin importar hacer daño con nuestras acciones a los demás, todo se cuantifica en poder, riqueza y dominio de la realidad material, los principios morales no cuentan, están olvidados, no reditúan poder ni riqueza, no existen.
En esta loca carrera por conseguir la riqueza, el poder, el dominio, nuevamente repetimos los mismo errores que nos han llevado a que aparezcan pandemias, calamidades enfermedades no antes padecidas, que solo encuentran explicaciones basadas en la materialidad, no el aspecto moral y de conducta de todos y cada uno de nosotros, ahora como respuesta la vida nos pone un freno mundial, nos obliga a detenernos, en esta segunda ocasión en las últimas décadas a todo el mundo, a los mexicanos, nos volvemos a enfrentar a un espacio de reflexión, de análisis, de autoevaluación de nuestro proceder para volver a la senda de la paz, la cordialidad, el apoyo mutuo.
En esta nueva oportunidad se debe hacer un alto para mejorar como especie, un virus, una enfermedad, nos demuestra que en este planeta no hay fronteras más impuestas que las humanas, que lo mismo se enferma un pobre que un rico, un hombre o una mujer, sin importar creencias, edades, ideologías, riqueza o poder, que las diferencias solo han sido ideas que están aplicadas por nosotros mismos, que solo nosotros les damos sentido porque no existen.
Ahora, la vida ofrece una nueva oportunidad, un nuevo comienzo, tiempo, familia, amor, un descanso, a nivel mundial los humanos estamos recibiendo la oportunidad de replantearnos nuestra existencia, nuestro paro obliga a bajar índices de contaminación, es un respiro para el planeta, nos permite vernos por igual, saber qué hacer con el tiempo, ese que nunca se tiene por estar trabajando, ese que no rinde, ese que se va entre los dedos de las manos como agua.
Es tiempo de reflexionar, de analizar, de hacer un alto en el camino, de leer nuestra realidad personal, de pensar lo que hemos hecho con nosotros y con nuestro entorno con un actuar irreflexivo. Una pandemia hoy nos permite obligadamente estar con nuestros seres amados, retomar los roles tradicionales, ser hijos, ser padres, ser familia, ser vecinos, apoyarnos el uno al otro, entender de una vez por todas que debemos ser útiles para nuestra sociedad, a la humanidad, aportar, pensar en mejorar nuestro entorno, que todo lo que hacemos afecta o beneficia a los que nos rodean, entender que somos eslabón de una creación perfecta..
Este es un momento para aprender la lección, aquella que nos muestra que el universo nos murmura, nos habla, nos grita hasta darnos una lección dolorosa como la que vive actualmente la humanidad, temerosa, con miedo, con pavor a los que le pueda suceder, ya la humanidad ha experimentado dolorosas experiencias, hace años lo vivimos y seguimos igual, nada cambiamos, seguimos teniendo los mismos defectos, incrementamos nuestra decadencia como especie, nos convertimos en una bola de nieve imparable, recordemos que quien no conoce el pasado esta obligado a repetirlo,
Hoy apenas comenzamos a pagar la factura, nuestra deuda es grande, con suerte espero que la vida nos depara no arrepentirnos de no ser felices, de no estar con quien amamos, de perder el tiempo, de dar importancia a lo que no la tiene y dejar de apreciar lo más valioso, si hoy nuestro mundo se detiene para darnos una lección, debemos aprenderla, es oportunidad de evolucionar.
Seamos un poco más responsables, dejemos esta etapa de la inconsciencia, avancemos espiritualmente, dejemos lo burdo, rescatemos todo aquello que valga la pena rescatar. Pensar, Hablar, escribir, comunicarse, es tiempo de decir lo que no se ha dicho, es tiempo de demostrar lo que no se demuestra, es tiempo de actuar.