Fragmentos de dos cartas escritas por el Ing. Manuel J. Clouthier del Rincón entregadas al editor de FUTURO por Tatiana Clouthier poco después de su extraña muerte. (aquí las volvemos a presentar a pesar de las advertencias e intentos de acallarnos por ello).
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“Abrirse en caso de que me suceda algo”.
(Escrita el 16 de noviembre de 1973).
“Mi querida familia: “Cuando lean esta carta es muy probable, casi seguro, que haya muerto, y quiero que actúen como si así fuera, pues de otra manera la angustia será peor.
“La ola de secuestros que se ha destacado en Culiacán, que tiene como marco los asesinatos cometidos en el país, me han hecho reflexionar profundamente, sobre cuál es la actitud que habremos de asumir ustedes y yo, en caso de que Dios nos sometiera a esta prueba.
“Siempre he pensado que no debemos pedirle al Señor que nos guarde de los problemas, sino que nos dé la suficiente calidad humana para saberlos sortear con dignidad y sin perder el amor que debe regir las acciones de nuestra vida. El secuestro, al cual podría ser sometido, podría tener una de las siguientes dos finalidades:
“Uno, asesinarme para lograr radicalizar más las posiciones de derechistas e izquierdistas.
“Dos, ponerle precio a mi vida, para llevarnos a un grado de angustia, a ustedes y a mí, que nos haga degradar nuestra dignidad humana.
“Mi vieja y mis hijos, la vida mía no tiene precio, ni uno, ni cinco, ni cien millones, para que se pague por ella. Así pues, haré todo lo que esté a mi alcance desde el primer momento en que me traten de secuestrar para no permitir que se le ponga precio a mi vida, la cual he vivido conforme a mis convicciones, que muchas veces me han costado enfrentamientos y enemistades. He actuado, cuando menos esa ha sido mi intención, razonando lo que hago, sin dejarme influir por miedo, o la conveniencia o el amor, guiándome por la convicción razonada, y ésta, el día que se me presente, estoy seguro que me ordenará que no permita que se le ponga precio a mi vida, ni que los ponga a ustedes en la situación de pagar por ella.
“Así pues, cuando lean esta carta, asistan todos a Misa y recen por mi alma, pues yo ya habré partido. Si algún rescate quieren pagar, háganlo del seguro de vida que tengo con el Sr. Armenta, pero no lo hagan a rateros a vividores, porque es muy poco apreciar mi vida. Ese rescate utilícenlo para formar una escuela de capacitación política, de donde el día de mañana puedan salir líderes con la suficiente calidad, para que éste tipo de situaciones se vaya acabando.
“Adiós pues, mis hijos, quizás les vaya a faltar en el futuro, no me refiero a lo económico, me refiero a que esto lo suplan con verdadera rectitud e ideales, que entiendan que las cosas de la vida por las cuales se quiere vivir, deben ser las mismas por las cuales estemos dispuestos a morir y éstas solamente pueden ser nuestras convicciones”.
(Escrita en 1978)
“Así pues, mi querida familia, quiero reafirmar lo que les dije hace cinco años y en caso de que me secuestren, lo mejor es que me den por muerto y actúen como les dije en la otra carta. Sólo me resta mencionar algo que ustedes seguramente ya se habrán dado cuenta, por la redacción de las dos cartas y el estilo que tienen las mismas.
“Me he endurecido mucho. Yo mismo me sorprendí al leer lo que les había escrito hace cinco años; mi estilo y sentimientos eran más los de un místico, casi un monje, que los de un hombre que, cinco años después ha sido tremendamente golpeado por una sociedad para la cual siempre fui amenaza, por mis acciones y apertura, como son repartir utilidades en el campo, atender a los humildes, abrir una UNPH en Morelos, fueron interpretadas como un supuesto atentado contra ellos, porque lo que yo hacía les afectaba y entonces me atacaron.
“Este verme y verlos a ustedes sometidos constantemente a presiones con el gobierno y la sociedad en Culiacán me fueron endureciendo”.
Nota: Valdría la pena intensificar las oraciones para que su alma encuentre descanso y los presuntos responsables caigan en poder de la justicia.