Marino Restrepo habló en exclusiva para FUTURO

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Marino Restrepo habló en exclusiva para FUTURO. Confiesa: “fui un terrible hipócrita”; reconoce su “pasado” tramposo, deshonesto, manipulador, ambicioso; que justificaba su vida como benefactor destacado ante los demás y como miembro de organismos internacionales para los derechos, pero faltaba lo más importante, Dios en su corazón, y ahora que lo tiene, no hay cosa mejor en este mundo que se la compare.

Habría dicho en Guadalajara en 2015… “toda oportunidad que tuve de reírme de la Iglesia o de pisotearla, lo hice”, y hasta cierto grado de tortura aplicó a su propia madre. Mientras ella pedía porque él cambiara su vida y se convirtiera, respondía con burla diciéndole que se dejara de tonterías, que “le habían lavado el cerebro”.

En su conferencia en Aguascalientes señala “cuando una persona vive en pecado mortal, lo más conveniente es convencerse de que no existe el pecado, es como una persona que está viviendo algo malo, como un hombre que está casado y se consigue una amante, indudablemente rechaza la ley de Dios porque le conviene para estar de alguna forma tranquilo, lo mismo que el ladrón, el mentiroso, el envidioso. La mentira, el odio y los otros pecados, justifican al pecador”.

Precisa que esos pecados no deben admitirse diciendo asimismo ignorante, porque: no se puede ignorar la verdad conociéndola; inocente es el que no sabe y comete errores. No es lo mismo ignorancia que inocencia, pero lamentablemente quienes saben de esto, siguen en el pecado a sabiendas de que ofenden a Dios, quien todo lo ve.

Pese a cumplir 20 años de su regreso a la espiritualidad, señala que “si hay alguien indigno de hablar de Dios, ese soy yo”, que tampoco se le debe considerar con algún grado de santidad o especial, “porque soy igual que cualquiera de ustedes”, y “Dios me libre de llegar a pensar que soy un santo o diferente a los demás”, ni se le puede señalar como una persona convertida porque es una tarea diaria que se lleva en plena libertad.

“El Señor va sanando todo” en el tribunal de la misericordia que tiene un poder grandísimo, enorme”, y que es el confesionario, de lo que hay suficientes testimonios para no dudarlo.

Explicó que la presencia de todos los presentes se debía no a la mera voluntad de las personas, sino gracias al llamado del Espíritu Santo, pues sabemos que nada se mueve sin la voluntad de Dios. En el creer está la clave, y para conocer a Dios hay que amarlo mucho, y entonces lo escucharemos con mayor claridad y sabremos como es.

Pide a los católicos que no se engañen solos, que no tengan por dioses al dinero, al placer; el vicio, la avaricia, los deseos desordenados por la fama y el poder, entre otros, como él lo hizo por 33 años.

INFIERNO, PURGATORIO Y GLORIA

“Es verdad, verdad, verdad que existe el infierno; es verdad, verdad, verdad que existe el purgatorio y, sobre todo, es verdad, verdad, verdad que existe la gloria de Dios”, aseveró.

“Fui un terrible hipócrita”, señaló en la segunda parte de su conferencia que los presentes llamaron “magistral”, y previó a expresar sus respetos como católicos, los exhortó a dejar la hipocresía pues justificar la soberbia, la envidia y la mentira, no es de cristianos: eso de ignorar la verdad conociéndola, “es el pecado mortal por donde el Diablo respira”, sostiene.

“Esta vida es un instante”, señala tras explicar el concepto de que “el mundo” no es la creación ni la Tierra, sino un espíritu, ese ser que se llama Satanás y que confunde para que crean en su existencia para seguir pecando cada vez en mayor grado, “y al diablo le encanta culpar y acusar”.

Marino Restrepo sostiene, sin embargo, que no hay pecado por grave que sea, que no pueda perdonarse; “es más grande la misericordia de Dios”, y que “esta vida terrenal es sólo el primer paso de una jornada eterna y definitiva”. Destacó que “la consagración a la Virgen María es la protección más poderosa contra Satanás”.

“La conversión es cosa de todos los días”, advierte.

Habla de la euforia que causa el pecado, como quien se embriaga y llega a fornicar con alguien que no es su esposa. De principio le causa placer pero luego no sabe qué hacer, porque su conciencia lo denuncia.

Es como una mujer que es maltratada por su pareja y recibe golpes, y entonces se aleja, pero cuando sanan las heridas vuelve a lo mismo porque se acostumbra al dolor, así es el pecado.

Por ello “no hay arma más poderoso contra el Diablo que humillarse y pedir perdón”, y tenemos  ese tribunal de la misericordia y negarlo, como lo hacen grupos sectarios, no viene del Espíritu Santo, refiere.

LA ENTREVISTA

Marino Restrepo fue entrevistado por FUTURO: Habló de la disfuncionalidad “del mundo”; propuso que los problemas de suicido, drogadicción y alcoholismo que se viven en Aguascalientes –como en otras partes- sean soportados desde las comunidades y de plano no esperar gran cosa del gobierno porque está “infestado” por el mal, ante lo cual sugirió su purificación “antes de que sea demasiado tarde”.

La sociedad se encuentra insatisfecha y la corrupción es un gran pecado que necesita el perdón de Dios para sanearse el estado, el país y el mundo, pero afortunadamente están los confesionarios que tienen enorme poder de sanación aunque en apariencia no lo parezca por insidias del diablo.

El problema es que los políticos- con sus excepciones-,  se dejan también seducir por el mundo y sus placeres, y vemos que llevan una doble vida aún y muchas de las veces quienes dicen ser católicos y adoran a otros dioses, pero no son los únicos, pues hay muchos infestados por el pecado que tienen sus prioridades terrenales por encima de su Creador.

En estos tiempos siguen adorando al becerro de oro.

TRANSFORMEMOS NUESTRO CORAZON

Quien ha viajado por más de 100 países para dar conferencias sobre temas de actualidad, destacó que “es una valentía ser humilde”.

Ocho tomos y 100 años serían insuficientes para abordar esas vivencias que tuvo en su encuentro místico don Dios, y que se traduce en una fluidez para expresar los temas que nunca prepara, y sólo se apoya en una lectura al abrir su Biblia, para subrayar “la fuerza que tiene la palabra de Dios”.

Afirma que el propio Satanás se disfraza de vida, se viste de ángel de luz y engaña para no pensar en su existencia, hasta llega a realizar favores que después cobra muy caro.

En la misma entrevista, Marino se refirió al relativismo, al apetito del consumismo que incide en una sociedad débil, con hijos “confundidos y sin defensas” por la ausencia de Dios en el hogar, cuyos padres a veces les resuelven sus necesidades temporales con dinero, pero con mal ejemplo, y quieren obligar a los hijos que vayan el templo y se confiesen, sin poner ellos el ejemplo.

Y a través de este medio, envió el siguiente mensaje a los jóvenes:

“Les recomiendo que se acerquen a Dios porque cuando Dios no está en nuestra vida, el mundo nos llena el corazón y nos destruye. El que no está con Dios, está en manos del maligno, por eso debemos acercarnos a Él”, al Creador que nos ama sin importar nuestra condición. “A los jóvenes hay que llegarles con el amor”, enfatizó.

Marino Restrepo recibió uno de los ejemplares del número 345 de la edición impresa que fueron distribuidos ante la concurrencia en la parroquia de jardines de la Asunción, donde se destaca en la portada “Dios nos puede cambiar en un instante”, y el subtítulo “la lengua la utiliza el diablo como látigo para hacerle daño al prójimo: M. Restrepo”, cuyo reportaje apareció en las páginas 12, 13 y 14, en el que advirtió en octubre de 2015 que el demonio nos presenta un mundo materialista, más encantador y seductor.

Habría señalado también en ese mismo reportaje que “la fe y el amor a Cristo deben ser inquebrantables”, y que además se tiene tener la certeza de que el infierno, el purgatorio también existen.

En alguna parte de su intervención con los jóvenes habló de los conocimientos infusos en el corazón, como también de la homosexualidad como pecado de lo que se está en contra, más no en contra del homosexual que es un ser de Dios confundido por el diablo para que no sea feliz.

Particularmente destacaría dentro del contexto general que la culpa “es la falta del perdón”.

LA CONFERENCIA

Se refirió también al papel de los medios de comunicación y al mismo internet que “nos llenan de voces” que confunden a la sociedad, sin que existan medios profesionales capaces de indicar el camino para que conociendo la verdad, se hagan más libres, más humanos, más responsables y el nuevo proyecto del hombre esté verdaderamente al servicio del hombre y de su historia.

Sostuvo que el mundo espiritual existe, y de ello da testimonio; que es de la muerte propia de lo que la gente rehúye hablar, tal vez por tantas posesiones que se tienen, cuando hay almas que se salvan pero quedan atadas a este mundo porque siguen apegadas a su tesoro terrenal, sabiéndonos “simples administradores de nuestras vidas”.

Recomendaciones…

En otra charla pero con jóvenes de Aguascalientes, Restrepo habló de que la Iglesia católica tiene mala reputación por el fanatismo y porque escandalizan muchos de sus miembros, sin dejar de advertir que Dios no impone, que nos da la libertad de elegir entre el bien y el mal, que es generoso, compasivo y tolerante, y recordó el dicho de “dime con quién andas, y te diré quién eres. Y hay que andar con Jesús siempre, pero también con María, sin hipocresías.

“Tenemos que predicar con el ejemplo”, expuso.

“Ustedes jóvenes deben saber algo esencial, que Dios es su amigo, pero también que debemos tener humildad para confesar nuestras faltas y pedirles a los padres buen ejemplo, un ejemplo que invite a acercarse a la Iglesia, a asistir a misa con orgullo y alegría, libremente y no obligados, porque, enfatizó, “ni siquiera Dios obliga”.

Destacó que de ahora en adelante debe iniciarse esa conversión convertir lo malo en bueno, y sobre todo cambiar nuestras prioridades porque nada nos vamos a llevar al mundo espiritual.

Lamentó que se tenga un concepto errado de Dios, cuando es todo amor y misericordia, que siempre está cerca de nosotros y no quiere que permanezcamos caídos, y que “la Consagración a María es la protección más poderosa contra Satanás”, pero sobre todo no desesperarse al decidir la conversión, que es la lucha diaria de cambiar lo malo por bueno: “que El Señor sepa que estamos trabajando en ello”, aunque los demás lo ignoren.